El vino contiene sustancias notablemente beneficiosas para la salud de todo el organismo. Flavonoles, resveratrol, polifenoles, antocianinas, ácidos fenólicos.
¿Conoces la denominación” Paradoja Francesa”?
Es el nombre que se le da a un hecho nutricional que se da en Francia y que no encaja con una parte de la teoría nutricional establecida: aunque los franceses consumen muchas grasas de origen animal no sufren especialmente de colesterol.
¿Cómo se puede explicar este fenómeno? Gracias al consumo de vino tinto que, siendo rico en antioxidantes y resveratrol, actúa como vasoprotector, impidiendo que las moléculas lipídicas se depositen en las venas y las obstruyan y reduciendo así los valores de colesterol en sangre.
Los azúcares, el efecto estimulante del alcohol y el buen sabor del vino ayudan al aparato gastrointestinal a funcionar al máximo de las prestaciones. Por eso, el consumo moderado de vino facilita la digestión y previene algunos trastornos como el síndrome del colon irritable.
Una copa de vino contiene muy pocas calorías reales o asimilables, y además acelera el organismo favoreciendo la quema de grasa.
Al ser rico en antioxidantes y polifenoles, el vino, sobre todo el tinto, protege la salud del corazón. El vino es un excelente vasoprotector y sus beneficios, numerosos: las posibilidades de sufrir un infarto o enfermedades cardiacas se reducen con un dos copas de vino al día, si los consumes preferiblemente durante las comidas principales.
El vino es un anticoagulante muy eficaz que ayuda en todos los casos de hipertensión, relajando arterias y venas. El resultado de esta sinergia reduce el riesgo de trombosis, ictus e infartos.
Una copa de vino durante una cena o reunion crea una atmósfera propicia en torno anécdotas y momentos para hablar entorno al vino, al final de la noche, es común terminar con un plan para visitar alguna Vinícola o algún pretexto para volverse a reunir y probar un buen vino.
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